Paraules
Dir les coses pel seu nom no ha d'ofendre ningú, i menys encara si ho fem emprant les paraules amb rigor i exactitud, i, si cal, amb respecte; més ofès s'ha de sentir aquell a qui tracten amb massa miraments i circumspecció, ja que així és com es tracten els xiquets o els qui tenen problemes d'enteniment...
(Segueix)
El País, 13/12/2005
ROSA MONTERO
PalabrasYa saben que los discapacitados quieren llamarse discapacitados en vez de disminuidos. Me parece muy bien, aunque no sé si me gusta más el nuevo término. Para mí un disminuido es una persona que tiene disminuida alguna capacidad física o mental en mayor o menor grado. Mientras que la palabra discapacitado me lleva a pensar en alguien que carece por completo de esa capacidad. La verdad, casi me suena peor. Pero si ellos se sienten más cómodos, perfecto. En cualquier caso, la nueva denominación es directa, sencilla y razonable. Cosa que, por desgracia, no suele suceder en el ámbito de lo políticamente correcto.
El lenguaje está tan pegado a la sociedad como la piel al cuerpo y, por consiguiente, refleja todos los tópicos y los prejuicios. A medida que la sociedad va cambiando también va mutando nuestra forma de hablar, y sin duda hay correcciones de antiguos barbarismos que son absolutamente lógicas y necesarias. Por ejemplo, hoy resulta vergonzoso y estúpido decir cosas como "pareces un gitano", para indicar desaliño, o "eres un judío", como sinónimo de avaricia. Desterrar este tipo de muletillas supone tener una mayor conciencia de lo que uno dice, cosa muy deseable.
Lo malo es que sobre esta revisión natural y sensata del lenguaje se ha terminado por construir un disparate. Los extremistas de lo políticamente correcto han llenado el mundo de eufemismos que son como biombos con los que se intenta ocultar y desfigurar la realidad. Es una palabrería delirante e impúdica, porque impide, precisamente, tener una verdadera conciencia de lo que se está diciendo, y eso es una obscenidad intelectual. A menudo me pregunto quiénes serán aquellas personas que se dedican a inventar las expresiones políticamente correctas más petardas, y no puedo evitar pensar que es gente que en realidad desprecia a quienes se supone que está defendiendo (incluso aunque pertenezca a ese colectivo). Esas tonterías de la tercera edad o de los afroamericanos, por ejemplo, ¿no ocultan cierto asquito a los ancianos, cierto desdén hacia las pieles oscuras? ¿Y por eso les parecen feas las exactas y hermosas palabras viejo y negro? Es la dictadura de los acomplejados y los necios.